Día Mundial de la Astrología

Por Silvia N. Méndez

A propuesta del astrólogo bulgaro-uruguayo Boris Cristoff en 1979,  se instituyó el dia 6 de enero como el Dia Mundial de la Astrología.

Ello fue aprobado por 102 organizaciones del mundo occidental relacionadas con la disciplina.

Coincide con el día de la Celebración de los Reyes Magos, quienes eran unos  astrólogos de Oriente, que siguieron la trayectoria de la estrella de Belén que los condujo al lugar de nacimiento de Jesucristo.

La interpretación de los movimientos de los astros en el cielo permitió que la luz guiara a Melchor, Gaspar y Baltasar (denominados los “astrólogos de la antigüedad”) en el camino que los condujo al encuentro con Jesucristo.

Por lo tanto la relación con este acontecimiento cristiano y milenario y el camino espiritual recorrido,  sirvió para que dicho día se celebre el Dia Mundial de la Astrología gracias a este simbolismo bíblico.

Breve Historia de la Astrología Occidental:

Este recorrido solamente pretende echar un “vistazo” a la historia de la disciplina desde sus orígenes a la actualidad, centrándonos en la Astrología de Occidente y a lo que se denomina el cercano Oriente.

Los primeros astrólogos se ubicaron en la zona de la Mesopotamia, región ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates asiento de la civilización Sumeria (de “Sumer” o “tierra de los reyes civilizados”).

Aquí se estableció  la ciudad de Uruk  lugar donde, según los registros arqueológicos , se desarrolló la escritura y las grandes construcciones de piedra: las zigurat. (se considera por ejemplo, que la torre de Babel pudo haber sido una zigurat construida en Babilonia).   Eran templos religiosos de gran altura que de acuerdo con las creencias sumerias, permitía a los humanos entrar en “comunicación con los dioses”.

El sistema de escritura de los sumerios se remonta al 3300 a.C. y marcó el fin de la prehistoria y el inicio de la historia.

Esta escritura denominada cuneiforme consta de entre 600 a 1000 caracteres, y con ella cualquier lengua puede ser escrita.

También se considera que los sumerios  “inventaron el tiempo” pues fueron los primeros en dividir el día en dos mitades (el día y la noche).

Se especializaron en la observación astronómica y en ser los primeros en registrar el movimiento de las estrellas. 

Estudiaban los eclipses  y efectuaban predicciones en especial sobre hechos meteorológicos.

En esos tiempos entonces, la astrología babilónica era exclusivamente mundana, dedicada a predecir asuntos meteorológicos y políticos y el conocimiento astronómico utilizado era muy rudimentario.

Los símbolos representaban actividades estacionales, y entonces confeccionaban una especie  de almanaque anual que recordaba las tareas de la comunidad asociadas al tiempo atmosférico (por ejemplo representaban los tiempos de la cosecha, la recogida de mariscos o la siembra de cultivos, la recogida y reserva de agua, actividades de caza, etc.).

Mucho tiempo después los métodos matemáticos empleados permitieron calcular las posiciones planetarias futuras con mayor precisión y así aparecieron las primeras Efemérides (tablas de posiciones previstas de un astro dentro de su órbita, para cada día del año).

A esta aproximación, se le agregaba la creencia de la influencia de las deidades que se  presentaban en las imágenes celestes de los planetas o estrellas asociadas.

Entonces los presagios celestiales malignos por ejemplo, se atribuían a las molestias o a la insatisfacción de dicha deidad.    Por lo tanto se hacían intentos para aplacar la ira de dicho Dios,  y se buscaba el modo de que  no repercutiera ni en el Rey ni en su pueblo.

Por ejemplo vale citar un informe astronómico dirigido al rey Asarhaddón a propósito de un eclipse lunar de enero de 673 a.C. Se realizaban rituales para “sustituir” al rey o se sustituían eventos pues consideraban que había un correlato mecánico entre el evento astrológico y el mundo material.

“…A principios de año una inundación sobrevendrá y romperá los diques. Cuando la Luna se haya eclipsado, el rey, mi señor, deberá escribirme. Como sustituto del rey, hendiré un dique, aquí en Babilonia, en plena noche. Nadie lo sabrá.”

Recién a partir del siglo VI a.C, con la confección de horóscopos, se incorporan las técnicas y prácticas de la astrología natal.

En Egipto  luego de la ocupación persa, se fusiona la astrología babilónica con la tradición egipcia de la astrología decánica,  para crear la astrología de horóscopos.

Con la ocupación posterior de Alejandro Magno e influyendo desde entonces lo helenistico, en Alejandría  los sabios escritores dejaron testimonios de dichas fusiones. El Zodíaco más antiguo encontrado en Egipto en el siglo I a.C es el de Dendera.

Se agregaron los “decanatos” (divisiones del círculo en partes de 10 grados)  los dioses griegos, los elementos, los signos, etc.

De esa época surge un alejandrino llamado Claudio Ptolomeo, quien legó su Tetrabiblos y quien fue una especie de “autoridad bíblica” durante cientos de años.

La incursión y conquista de Asia por Alejandro Magno generó un ida y vuelta cultural, pues por un lado se sustituyó el  griego por la escritura cuneiforme como medio de comunicación intelectual,  pero por otro lado se expandieron los estudios y prácticas de Oriente al mundo helenístico y egipcio.

En ese entonces (siglo I a.C) existían dos clases de Astrología:

  • Una requería la lectura de horóscopos para establecer detalles precisos acerca del pasado, presente y futuro
  • Otra, teúrgica, enfatizaba el ascenso del alma a las estrellas, en una especie de diálogo con lo Divino.

La Influencia griega transmitió la teoría astrológica a Roma. Allí se difundió primero sobre las clases más bajas.

Tanto los griegos como los romanos identificaban a la Astrología como “sabiduría caldea” (así llamaban a Babilonia)  que era sinónimo de la adivinación que empleaba  los planetas y las estrellas.

Se daban ataques y críticas a estas prácticas: desde Catón a Cicerón se producía el rechazo,  pero en sus escritos podemos encontrar una rica historia que permite conocer la concepción de la cientificidad en la antigüedad romana clásica.

De todos modos se conoce que Trasilo fue un astrólogo que trabajaba para el emperador Tiberio, aunque se sabía que Augusto también había utilizado la astrología para legitimar sus derechos imperiales.

En Roma eran tiempos donde habia cierta prohibición para el ejercicio de la Astrología  y podían acusar por la práctica de la magia.

Mientras tanto el astrólogo Claudio Ptolomeo, en su afán obsesivo de estudiar la disciplina y obtener horóscopos certeros, elaboró y utilizó  instrumentos cartográficos para relacionar  el lugar de nacimiento de la persona con los cuerpos celestes. El fue quien acuño el término “geografía”.

En el Mundo Islámico, y tras la rendición de Alejandria a los árabes en el siglo VII, los eruditos islámicos acogieron a la disciplina con entusiasmo.   En Bagdad, ciudad fundada por el califa Al-Mansur, se erigió un centro intelectual con una biblioteca y una escuela de traducción (la casa de la sabiduría) donde se dio impulso a las traducciones árabes de textos astrológicos helenísticos.

Estos textos sirvieron de estudio y poderosa  inspiración mucho más adelante en el tiempo,  para astrólogos europeos posteriores  como Bonatti en el siglo XIII y el inglés William Lilly en el siglo XVII.  Todo esto fue posible gracias a las traducciones Latinas llevadas a cabo en el siglo XII.

Entre los astrólogos árabes más importantes, uno de los más influyentes fue Albumasar,  cuya obra Introductorium in Astronomiam se convirtió más tarde en un popular tratado de la Europa Medieval.

Otro de ellos fue el  mateético, astrónomo, astrólogo y geógrafo  persa Al Juarismi. Los árabes sumaron muchos conocimientos a este campo, y muchos  nombres de estrella  conocidos actualmente, como Aldebarán, Altair, Betelgeuse, Rigel y Vega  retienen el legado de su lenguaje.

También desarrollaron la lista de partes helenísticas hasta tal punto que se conocen históricamente como  partes arábigas razón por la cual se afirma a menudo que fueron los astrólogos árabes quienes las inventaron, por más que se sepa a ciencia cierta que fueron un rasgo fundamental de la astrología helenística.

De todos modos existían astrónomos que refutaban algunas prácticas astrológicas: era el caso de Al Farabi, Alhacén y Avicena quienes señalaban que los métodos de los astrólogos eran más bien conjeturales que empíricos.

Sobre todo para las “ramas judiciales (las referidas a los  juicios de los planetas sobre los eventos mundanos de las personas)” como la astrología horaria y no tanto como las “ramas naturales” como la astrología médica o meteorológica, que en aquellos tiempos se consideraban parte de las ciencias naturales.

Por ejemplo Avicena consideraba que los movimientos de los planetas señalaban de modo determinista su influencia sobre la vida en la tierra, pero consideraba que el hombre era incapaz de determinar la influencia exacta de las estrellas. O sea no refutaba el dogma esencial de la astrología sino que negaba la capacidad humana de comprensión para poder predecir.

Europa Medieval

A la par que en Oriente florecía la astrologia con posterioridad a la caída del Imperio Romano, en el mismo periodo la astrología occidental se fragmentaba en parte por el decaimiento de la astronomía científica griega y por otro lado por la condena de la Iglesia (a pesar que sabemos que algunos Papas e integrantes del Vaticano acudían y  eran aconsejados por astrólogos).

Recién llegaron a España las traducciones a finales del siglo X,  y ya en el siglo XII dicha trasmisión de Arabia a Europa adquirió gran ímpetu.

Ya en el siglo XIII formaba parte de las prácticas médicas habituales en Europa.  Se combinaban los estudios del fisiólogo Galeno con el estudio de las estrellas.

Para fines del siglo XVI a los médicos se les requería por ley calcular la posición de la Luna antes de llevar a cabo procedimientos médicos como una cirugía o sangría.

De esa época surgen los más influyentes astrólogos del siglo XIII: el monje británico Joahnnes de Sacrobosco o el astrólogo italiano Guido Bonatti del cual su libro Liber Atronomiae (1277) tuvo la fama de ser la obra astrológica escrita en latín mas importante de ese siglo.

 

En la Europa Medieval la educación superior se dividía en siete materias (cada una representada por un planeta distinto conocido hasta entonces,  las siete artes liberales: gramática (Luna); dialéctica (Mercurio); retórica (Venus); aritmética (Marte); geometría (Júpiter) y astrologia-astronomía (Saturno).

Los escritores medievales utilizaban el simbolismo astrológico en la literatura: como por ejemplo Dante en la Divina Comedia o Geoffrey Chaucer en Tratado del Astrolabio o los Cuentos de Canterbury; también en las obras de Shakespeare o Milton.

Durante el Renacimiento, los astrólogos de la corte complementarían su uso de los horóscopos con observaciones y descubrimientos astronómicos.

Muchos a los que hoy se elogia por subvertir el antiguo orden astrológico, como Tycho Brahe, Galileo Galilei y Johannes Kepler, eran astrólogos practicantes.

A fines del Renacimiento la influencia de la astrología fue decayendo, dejando atrás la influencia aristotélica con la distinción entre “reino celeste” y “reino sublunar”.    Se dejaba atrás el heliocentrismo y la idea de un organismo compacto e interrelacionado con subordinación jerárquica de la tierra al cielo.

En 1675 estalló en Francia un gran escándalo que termino con 36 condenados a muerte y mas de dos mil personas presas.   El “Asunto de los Venenos”: debido a la participación de miembros de la aristocracia en actos de brujería,  misas negras y adoración a Satanás junto a actos de envenenamiento, el ministro Colbert estableció el origen de estos desórdenes a la  consulta a  astrológos y adivinos.

En ese entonces pululaban 400 locales donde  astrólogos y adivinos atendían a  una población de 450 mil personas. No sólo concurria el pueblo sino que llegaban allí carruajes lujosos también. En ese contexto circulaban muchos “charlatanes”.

Ocurrió que Madame de Montespan, la favorita de Luis XIV participaba de misas negras o sabbat generadas a partir de consultas astrológicas inocentes. Las personas acudían para mitigar problemas o prepararse para un temido futuro.

El caso terminó en 1680 con numerosas condenas capitales, en particular la de  La Voisin,  quien confesó haber enterrado más de 2500 cuerpos de recién nacidos en su propio jardín. Dos años más tarde, Luis XIV publicó un decreto que prohibía a las brujas, astrólogos y adivinos vivir en el reino.

Por eso, en 1682, la astrología fue completamente prohibida en la  Academia de Ciencias de Francia, contrariamente a la Royal Society de Inglaterra.

En la llamada “revolución científica” desarrollada durante el siglo XVII la astrología no pudo pasar la prueba del “método científico”, se separó de la astronomía y fue perdiendo prestigio llegando a ser vista como un puñado de supersticiones. No obstante todavía tenia defensores firmes como Johannes Kepler.

No obstante, de ese siglo XVII conservamos hasta nuestros días la Astrología Racional de Jean Baptiste Morín de VilleFranche.

Morin fue un físico y matemático francés que escribió y legó un tratado de 26 tomos sobre Astrología y Filosofía natural, que expone un acercamiento práctico y sistemático a la astrología. 

Morin era un firme creyente en la idea de la tierra fija en el espacio, fue adversario de Galileo y sus ideas. También atacó la filosofía de Descartes y de Gassendi y en cierto modo esto lo hizo aislar de la comunidad científica de entonces.

Su Astrología Gallica, escrita en latín,  fue publicada  en Paris en 1661. En ese profundo trabajo, Morin intentó dar forma a un sistema elegante y razonado para interpretar el horóscopo, desde lo que él observó como transigente en la historia de la astrología occidental.

Su método se basa en las “casas astrológicas” como areas de influencia en las vidas individuales. Un método que enfatiza al Ascendente como la base de la astrología aterrizada.

El identificaba el mal uso de  las significaciones universales de los planetas. Para él, la naturaleza del planeta y su estado celestial muestran una influencia general, pero cobran sentido emplazados en las casas terrestres (el estado terrenal del planeta).  

Su sistema de las Determinaciones planetarias tuvo una amplísima repercusión en la interpretación de horóscopos individuales.

Habrían de pasar muchas décadas, y a finales del siglo XIX y sobre todo desde la cultura anglosajona, hubo intentos de restituir el prestigio perdido, procurando eliminar la idea de lo “oculto”. 

Ese movimiento de rehabilitación creció a lo largo de ese siglo y el primer tercio del siglo XX, siendo defendida por ejemplo por el prestigioso médico y psiquiatra  Carl Jung que la defendía como un compendio del conocimiento psicológido de la antigüedad.

Jung colaboró para que la astrología fuera “refundada”, en contraposición con la astrología clásica  practicada.

Varias  corrientes astrológicas se han ido conformando hasta la actualidad, desarrollando las técnicas a través de diferentes enfoques, con la colaboración con otras disciplinas.   Se pueden mencionar:

  • Astrología esoterica: que utiliza conceptos relacionados con la cábala o la teosofía. Alice Bayley fue uno de sus exponentes.
  • Astrología heliocéntrica: basa sus interpretaciones en posiciones dentro del Sistema Solar utilizando como centro el Sol en lugar de la Tierra, como hace la astrología tradicional.
  • Astrología humanista  o de la personalidad: utiliza conceptos que abrevan en la Psicología y(o elementos filosóficos de Oriente y Occidente. Aborda el análisis tomando en cuenta los ciclos de la vida. Dentro de esta rama destaca la Astrología psicológica como herramienta de auto conocimiento y que de la mano de autores como Liz Greene (psiquiatra jungiana y astróloga), Howard Sasportas o Louise Huber ha aportado una enorme expansión.
  • Astrología kármica: se focaliza en las implicancias kármicas. Uno de sus máximos referentes es Martín Schulman.
  • Astrología racional.  considera la astrología como una ciencia del determinismo cósmico, reinvidicada a través de la obra del gran astrólogo y matemático del siglo xvii  Jean Baptiste Morin de Villefranche.
  • Astrología uraniana: un sistema creado por  Alfred White,  de la Escuela Astrológica de Hamburgo. Basada en el estudio de puntos medios y ciertos planetas hipotéticos.

Es larga la lista de filósofos, matemáticos, artistas, científicos, monarcas o religiosos que se dedicaron al estudio de la Astrología. En esta nota hemos citado a varios de ellos, como Ptolomeo, Copérnico, Galileo, Gerónimo Cardano,  Kepler o Isaac Newton.

Inclusive el rey Alfonso X de Castilla “el Sabio” se dedicó a estudiar y expandir los estudios sobre esta disciplina. Entre sus contribuciones por ejemplo se encuentran las famosas tablas alfonsíes, que en esencia son tablas con posiciones planetarias y casas para confeccionar horóscopos.

Se dice que fue la tercera ley de Kepler la que condujo a  Isaac Newton a formular su “ley de la gravitación universal”.   Newton estudio Cábala y Alquimia además de Astrología.  Fue el que aplicó científicamente las tres Leyes del Movimiento Planetario de Kepler.

Se le atribuye una anécdota famosa en la cual ante la presencia de   Emund Halley, astrónomo muy conocido por su estudio sobre los cometas, y que  hizo un comentario despectivo acerca de la astrología,  Newton le contestó: “Yo he estudiado esa cuestión Mr. Halley, usted no”.

 

Fuentes consultadas:

©Silvia N. Méndez

 

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