El escritor argentino Juan José Saer: la amistad y el ajedrez

Por Sergio Negri

Juan José Saer fue un escritor argentino (nacido el 28 de junio de 1937 en la ciudad santafesina de Serodino y muerto el 11 de junio de 2005 en París, Francia) que, si bien no tuvo ni la trascendencia ni la popularidad de un Jorge Luis Borges, de alguna manera se lo considera su sucesor, no estrictamente en su estilo literario, sino en la potencia y vastedad de su narrativa.

De hecho tres de sus novelas (El entenado, La grande y Glosa) son muy relevantes según la crítica especializada, género que como es bien sabido no cultivó Borges. Las diferencias son bien otras, pero en cualquier caso estamos en presencia de uno de los grandes escritores de la segunda mitad del siglo XX, no solo de la Argentina sino más abarcativamente de la región.

Juan José Saer

Nació en la ciudad de Serodino, provincia de Santa Fe, el 28 de junio de 1937, habiendo de morir en París el 11 de junio de 2005. Además de novelas, cuentos, ensayos, poesías y adaptaciones cinematográficas (entre ellas Tres corazones que llevó a la pantalla grande el cineasta Sergio Renán), formaron parte de su alforja.

En cuanto al ajedrez, en su imponente obra hemos podido detectar una importante alusión al vincular al juego con la amistad. Ello sucede en El concepto de ficción, un trabajo ensayístico de 1997 en el cual expresa que esa clase de relación, a pesar de todo, podía ser vista como una batalla y, en ello, se parece al ajedrez donde coexisten la individualidad y la posibilidad de relación. Esto es exactamente lo que Saer sobre el punto sostiene:

“Por encima del entretenimiento que supone y el ejercicio de memoria y deducción que obliga a practicar a los jugadores, no es difícil percibir en el juego de ajedrez la cristalización mítica de la amistad entre dos hombres, relación que parece purificada y serena en la contienda intelectual desinteresada de la que se aceptan las leyes y la ceremonia (silencio, expectación, vuelco del rey). El ajedrez es, por lo tanto, una metáfora de la amistad, aunque su decurso sea una batalla”.  

En ese texto hay otra referencia al juego. Sabido es que Philip Marlowe, el algo misántropo detective de las obras de Raymond Chandler (1888-1959) era aficionado al ajedrez. Siendo así, se comprobará perfectamente la justeza de este comentario de Saer:

«…tenemos el ajedrez solitario de Marlowe: es al mismo tiempo una parodia del investigador deductivo y razonante y el aspecto de la vida de un hombre que no tiene a nadie…».

En aquella novela Glosa, que es de 1986, el escritor había presentado a un personaje de nombre Mauricio quien llegó a jugar al ajedrez contra cuatro rivales en simultáneo. Por otra parte, en el cuento El asesino (https://bibliotecaignoria.blogspot.com/2020/02/juan-jose-saer-el-asesino.html) se aprecia una referencia interesante en el marco del siguiente pasaje:

«A veces Rey me echaba en cara mi manera de ser, porque decía que a mí me importaba demasiado ser judío; decía que para poder comportarme tan naturalmente como si no lo fuera, siempre, tenía que tener siempre presente que lo era. Clarita salió nuevamente de la biblioteca, encantada con lo de Rey. Él se volvió hacia mí, siempre con su aire distraído.

—Como Raskolnikov —dijo—. Como Erdosaín. Como Christmas.

Hubo un cierto relampagueo en sus ojos.

—¿Vas a denunciarme? —preguntó con leve curiosidad.

Me moví un poco sobre la silla. Dudé. Necesitaba que me explicara.

—No —dije—. ¿Lo hiciste para jugar al ajedrez con la policía?

—Lo hice para establecer una escala adecuada que atribuya una medida a mi indiferencia —dijo con un aire sombrío».

©ALS, 2022

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